San Pío X: El Pastor que Restauró Todas las Cosas en Cristo
PALADINES DE LA FE
"Instaurare omnia in Christo" — Restaurar todas las cosas en Cristo
(Ef 1,10)
Cada época de la Iglesia tiene sus luces y sus sombras; pero cuando las tinieblas parecen más densas, Dios suscita pastores que no inventan, sino que restauran.
En los comienzos del siglo XX, cuando el orgullo del saber moderno pretendía reemplazar la fe por el análisis y la autoridad divina por la opinión humana, la Providencia levantó a un hombre sencillo, Giuseppe Sarto, para recordar al mundo que Cristo basta.

Su lema pontificio —"Instaurare omnia in Christo"— no fue consigna, sino programa: colocar cada cosa en su principio divino.
Restaurar la verdad bajo la obediencia de la fe; el culto bajo la luz de la Eucaristía; la autoridad bajo el señorío del Redentor.
Contemplar la vida de San Pío X es contemplar la figura del Papa verdadero, el que ejerce los tres oficios que Cristo confió a Pedro: enseñar, santificar y gobernar.
Estos tres munera son el hilo dorado que une toda su vida: de cura rural a Pastor universal.
De la Aldea al Altar: Forja del Pastor
Nació en Riese, Véneto, el 2 de junio de 1835, en el seno de una familia pobre pero profundamente cristiana. Su padre, cartero rural y zapatero; su madre, costurera. El pequeño Bepi, como le llamaban, destacó desde niño por su inteligencia y piedad. Forbes narra que "aprendía las lecciones a la luz del candil, mientras su madre remendaba junto al fuego"¹.
Con la ayuda del Cardenal Jacopo Monico, Patriarca de Venecia, ingresó en el Seminario de Padua, donde sobresalió en teología y lenguas clásicas. Fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858.
En Tombolo, su primera parroquia, enseñó catecismo a niños y doctrina a obreros; en Salzano, durante la epidemia de cólera, mostró una caridad heroica. El P. Galloni lo describe "visitando a los enfermos a pie, con un crucifijo en la mano y sin temor al contagio"².
Elevado después a Obispo de Mantua y Patriarca de Venecia, reformó la disciplina eclesiástica, dignificó la vida sacerdotal y fomentó la instrucción del clero. Era el mismo corazón de párroco, pero en una mitra: la Providencia lo preparaba para guiar la Iglesia universal.
La Elección: Obediencia y Cruz
A la muerte de León XIII, el cónclave de 1903 estuvo marcado por tensiones políticas. El Cardenal Rampolla del Tindaro fue vetado por el Imperio austrohúngaro, y las miradas se volvieron hacia el humilde Patriarca de Venecia.
Forbes relata que Rafael Merry del Val, secretario del cónclave, lo halló de rodillas ante la Virgen del Buen Consejo, diciendo: "Señor, aparta de mí este cáliz"³.
Finalmente aceptó, exclamando: "Como sufriré, tomaré el nombre de los Píos, que también sufrieron. Fue elegido Papa Pío X el 4 de agosto de 1903 y coronado el 9 del mismo mes.

El Papa Verdadero: Los Tres "Munera" de Pedro
Antes de contemplar la obra de San Pío X, conviene recordar qué es, en la mente de la Iglesia, la tarea del Sucesor de Pedro.
El Concilio Vaticano I enseña que el Papa posee, por institución divina, un triple oficio (munus triplex):
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Docendi, enseñar con autoridad la verdad revelada;
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Sanctificandi, comunicar la gracia por los sacramentos y el culto;
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Regendi, guiar con prudencia y caridad a todo el Pueblo de Dios.
"El Romano Pontífice, como Pastor supremo y maestro de todos los fieles, confirma a sus hermanos en la fe, rige a la Iglesia universal y promueve la santidad del pueblo de Dios." (Pastor aeternus, cap. IV)
Estos tres oficios no son compartimentos, sino reflejos de un único amor: el de Cristo Pastor. Donde el Papa enseña rectamente, santifica; donde santifica, gobierna; y donde gobierna con justicia, enseña con su ejemplo. En San Pío X este orden brilla con rara armonía.
1. Munus docendi — Guardián de la Verdad
El siglo XX amanecía con la tentación del modernismo, que disolvía la fe en emoción y la revelación en experiencia interior. Pío X lo vio como "la síntesis de todas las herejías".
Con la encíclica Pascendi Dominici Gregis (1907) desenmascaró su raíz: la negación de la razón y el abandono de la verdad objetiva. En 1910 impuso el Juramento antimodernista, declarando:
"Reconozco la divina autoridad de la Tradición Sagrada y repruebo el error de quienes niegan su carácter sobrenatural."
No fue un acto autoritario, sino de caridad doctrinal: proteger la fe de los sencillos contra el veneno del relativismo. Como escribió Cantero Cuadrado, su palabra "fue un muro de claridad entre la verdad eterna y el error pasajero"⁴.
2. Munus sanctificandi — El Papa de la Eucaristía
Convencido de que la santidad nace del altar, promovió la comunión frecuente y adelantó la Primera Comunión a los siete años. El P. Eusebio Gil lo llamó "el Papa de la infancia eucarística, porque devolvió a la Iglesia su niñez espiritual"⁵.
En su motu proprio Tra le sollecitudini (1903), restauró el canto gregoriano y la dignidad del culto, afirmando:
"Nada hay más digno del templo que lo que respira santidad."
Con ello enseñó que la reforma litúrgica verdadera no consiste en simplificar, sino en santificar.
3. Munus regendI — Fortaleza y Prudencia Apostólica
Gobernar no es dominar, sino servir. Durante las leyes laicistas de Francia y Portugal, defendió la libertad de la Iglesia con serenidad y firmeza. Prefirió —dice Cantero Cuadrado— "la pobreza de medios a la pérdida del alma"⁴.
Bajo su dirección se emprendió la monumental codificación del Derecho Canónico, que dio unidad jurídica a toda la Iglesia. Junto a él, el Cardenal Rafael Merry del Val fue su colaborador más leal. "El Cardenal no gobernaba —escribe Cándido de Viñayo—: servía de rodillas, como prolongando el sacrificio del altar"⁶.
Santidad y Muerte
San Pío X fue, ante todo, pastor. Visitaba las parroquias de Roma sin aviso, repartía limosnas con sus propias manos y dedicaba largas horas al confesionario. Predijo con dolor la Primera Guerra Mundial, diciendo —según Forbes—: "Esta guerra será el castigo del mundo que quiso vivir sin Cristo."³
Murió el 20 de agosto de 1914, con el corazón roto por el sufrimiento del mundo. Treinta años después, su cuerpo fue hallado incorrupto. Pío XII lo beatificó en 1951 y lo canonizó en 1954, llamándole "Papa de la Eucaristía y modelo de los pastores."

Legado y Actualidad
Su vida resume los tres oficios de Pedro: enseñar la verdad, santificar las almas y gobernar con fidelidad. El historiador Enrico M. Occelli escribió:
"S. Pío X fue el Papa del orden: orden en la doctrina, en el culto y en la vida; su restauración no consistió en innovar, sino en volver al principio vivo: Cristo."⁷
En una época donde la fe se diluye y el culto se banaliza, su lema sigue siendo bandera: "Instaurare omnia in Christo".
Restaurar en Cristo la doctrina, el culto, la disciplina y la vida.
Hoy, cuando muchos confunden la bondad con la tibieza y la firmeza con dureza, nos enseña el equilibrio del amor que corrige y del celo que santifica.
Hoy, cuando muchos confunden la bondad con la tibieza y la firmeza con dureza, San Pío X nos enseña el equilibrio del amor que corrige y del celo que santifica.
Fue tierno con los pobres, firme con el error, obediente con Dios: "el corazón de un niño y la mente de un sabio", como dijo de él Forbes¹.
Su santidad no fue extraordinaria por los prodigios, sino por su fidelidad cotidiana; no por sus palabras nuevas, sino por su fidelidad a las antiguas.
En él resplandece lo que el Cardenal Merry del Val llamaba la humildad sacerdotal: "trabajar y sufrir juntos por la Iglesia."

Notas y Fuentes
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Frances A. Forbes, Vida de San Pío X: El Santo Pontífice, Barcelona, Luis Gili, 1936, p. 9.
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P. G. Galloni, S. J., Vida de San Pío X, Madrid, Razón y Fe, 1931, p. 54.
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Forbes, op. cit., pp. 98–101.
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Pedro Cantero Cuadrado, Pío X y la civilización cristiana, Madrid, BAC, 1952, pp. 27–30.
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Eusebio Gil, San Pío X: El Papa de la Eucaristía, Burgos, Monte Carmelo, 1944, p. 17.
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Cándido de Viñayo, O. S. B., El Cardenal Merry del Val, Madrid, Rialp, 1943, p. 115.
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Enrico M. Occelli, San Pío X. El Papa que Restauró Todas las Cosas en Cristo, Madrid, Ediciones Paulinas, 1952, p. 8.
